sábado, 31 de diciembre de 2016

Cines porno en Argentina

 

Yo soy de Buenos Aires. Voy habitualmente con mi mujer al Nuevo Victoria, en la calle H. Yrigoyen al 900. La concurrencia es 70% varones pasivos, 29% varones activos y 1% mujeres. Mi esposa está encantada de ser el 1%. Bajamos a la primera sala semi oscura, la que tiene luces rojas tenues. No nos gusta meternos en el dark room porque pierdo el control de la situación. A ella le encanta chupar pijas, aunque a veces rechaza algunos por el olor a leche y transpiración. Es muy puta pero limpita... ja ja.

Generalmente elije de a uno, a 2 o 3 tipos y me pide que les ponga el forro con la boca y los hace sentar en el banco de material con la pija parada y se les sienta encima a cabalgarlos, generalmente de frente al tipo. Algunas veces, cuando está más caliente que de costumbre, se sienta de espaldas al tipo y me pide que le meta la pija del tipo en la concha, y luego llama a alguno de los que miran para chuparle la pija mientras el otro se la coge.



Los tipos son bastante respetuosos, al menos mi tamaño los mantiene tranquilos (1,90 m 110 Kg.) una sola vez hubo uno que quiso cogerla sin forro pero cuando le dijimos que no, se fue tranquilo.
Un par de veces hice que un travesti se cogiera a mi esposa y me encantó verlo.
Para mi gusto es altamente recomendable.


No así el de la calle Suipacha (creo que es el Ideal) al cual fuimos una sola vez y apenas entramos se nos vino encima una manada de salvajes que casi violan a mi esposa. Deambulamos 5 minutos por las salas de la planta alta (heteros) y nos fuimos porque los tipos nos seguían de una a otra, y así no nos gusta.


El de la galería de Santa Fe y Callao también nos resultó tranqui, aunque tiene sillas muy incomodas. Allí mi esposa se sentó en la primera fila que queda un poco alejada de la pantalla, y se formaron dos filas de mirones contra las paredes haciéndose la paja.

Mi mujer se bajó el pantalón y la bombacha por debajo de la rodilla, y sentada abrió las piernas y empezó a pajearse mirando como los 8 o 9 tipos se pajeaban mirándola a ella. Después de un rato exhibiéndose me señaló a dos de los tipos a los que fui a buscar y les puse el forro para que se la cojan. 

Puso a uno sobre la butaca y se sentó de espaldas a él clavándoselo en el culo, y se inclinó hacia atrás y llamó al otro para que se la meta por la concha. Las manos de los que quedaron de mirones no les alcanzaban para pajearse. Cuando los dos terminaron, les saqué el forro y les limpié la pija con mi boca y luego le limpié la concha a mi esposa, se levantó y mientras se vestía la aplaudían. Una experiencia muy linda.